Terapias de Tercera Generación o Contextuales

Desde hace unos años se van imponiendo nuevas formas de hacer terapia. En realidad no son sólo estrategias diferentes sino más bien una nueva forma de entender la psicopatología y la psicología en general. Se han venido a llamar terapias de tercera generación (Hayes, 2004).

En la decada de los 80 del siglo XX empiezan a ver la luz nuevas formas de entender el comportamiento humano y la psicopatología en general. No es el contenido del pensamiento o la emoción, o el recuerdo, o cualquier otro evento privado lo que supone el problema. Es la forma en la que nos relacionamos con estos eventos lo que nos hace sufrir innecesariamente. Abordajes como la Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes, Strosahl y Wilson, 1999; Wilson y Luciano, 2001), o Terapia cognitiva basada en el mindfulness (Segal, Williams y Teasdale, 2001), o la Terapia Integral Conductual de Pareja (Jacobson y Christensen, 1996; Morón, 2005), la Terapia de Conducta Dialéctica (Linehan, 1993), etc. son algunas de estas nuevas formas de abordar el sufrimiento humano. Quizá la que más investigación ha dado ha sido la terapia de aceptación y compromiso, que dispones de una base teórica y filosófica de las más potentes de los últimos tiempos para explicar el comportamiento humano en todas sus vertientes.

Todas incorporan estrategias que nos ayudan a ver que el pensamiento u otro evento privado, no es ni positivo ni negativo. No hay pensamientos ni emociones erróneas que haya que modificar. El cómo pensamos o sentimos no es un error, es resultado de nuestra historia. El problema radica precisamente en estas evaluaciones que hemos a prendido a hacer de nuestra experiencia privada, y la relación que hemos establecido entre tener una experiencia privada X y actuar de una forma Y. Así, hemos creado reglas internas para vivir que establecen que si sentimos/pensamos/recordamos/ etc. determinadas cosas, no podremos vivir (relacionarnos con nuestros amigos o familiares o pareja, trabajar, estudiar, divertirnos, etc.). «Si no dejo de acordarme de esto, no puedo volver a tener una relación», «si no soy optimista, no conseguiré mis metas», «si siento esta ansiedad no puedo salir», etc., son algunas de las miles de reglas que mantienen esa relación «perversa» entre el contenido de nuestra mente y nuestra vida.

La terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, del inglés act=actuar) se centra en romper esa relación, responsable de nuestro sufrimiento. Estrategias como mindfulness, técnicas de defusión, o trabajo en valores personales, son centrales en ACT.

Nuestros terapeutas colaboran con varios master en terapias de tercera generación o contextuales impartiendo alguno de sus módulos.

Si quieres más información, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

 

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